Que arrogante nuestro espacio. Nos traiciona. Me traiciono. Te traiciono. Traición con cada palabra mal dicha, con cada sonrisa airada, con cada mirada complice. Me traspasas. Pero, ¿traicionamos a la realidad?.
Me lamento. Una. Dos. Cincuenta. Mil. Porque no te tuve. Me lamento. Porque te quise y aun te quiero, solo que ahora ese querer se fuciona con esta forma mezquina de amor que dejaron los años. Porque pudo ser una historia imposible de parar, una historia que comenzaba en aquel sentimiento, que quizás ingenuamente aun no quiero desechar.
Ahora respiro tus sarcasmos emanando de celos inadecuados, de compromisos y deberes inexistentes. Sarcasmo que hace retumbar mis entrañas, como única sensación debida. Y me contengo. Me conformo. Te imagino. Me imagino. Nos imagino. ¿Cómo sería? ¿Cómo seriamos, si...?
Necesito probar aquel beso que siempre soñamos, aquel beso que nos debemos. Ese beso lento, triste, serio y un tanto apasionado. Ese beso lleno de lagrimas contenidas por frustraciones irremediables. Un beso con la actitud de enamorados infantiles. Un beso que quiere ser eterno, pero que sabe que no es mas que la simple realidad de un sueño. Un beso quizás interminable, un beso que no es, ni en tus labios ni en los míos. Un beso no planificado, pero siempre anhelado. Un beso cauteloso. Ese beso, como oculto en nuestra oscuridad eterna...
fue el error que viviré para siempre.”