domingo, 26 de febrero de 2006

Aroma. Noche. Café amargo.


Aún siento su aroma en mi piel. Había pasado tiempo y los minutos corrían desesperados.
Yo sentía que tendría tantas horas vacías. Una madrugada solitaria y un día solitario. Yo solo quería que su aroma siguiera en mi piel. No recuerdo sus palabras, no recuerdo siquiera su mirada al marchar, solo sé que se fue, luego de varias horas programadas.

Ya pronto la luz del día me arrebataría la noche, y me devolvería la vida y la rutina, (yo solo quería una noche interminable). Pero el tiempo y su constante venir me arrebataban toda aquella noche, incluyendo su aroma. Le di un beso, le di muchos, y me pregunto: "¿Se abra llevado mi aroma?". Partí sin rumbo, debía agotar la oscuridad de la noche solitaria. Se había ido, y yo lo había permitido, pero no dejaría que se marchara su aroma de mi piel, de mi ropa, de mi memoria. El sueño se apoderaba de mí, mientras la carretera moría a cada metro, yo luchaba para no desvanecerme; para no dejar escapar aquel instante donde revivía a cada momento; para no dejar escapar su aroma de mí.

Café. Amargo. Cargado. Quería mantenerme despierta, para que la noche no se fuera. Frente al mar detuve el auto, éste se escuchaba desde lejos. Cerré un instante mis ojos, para no dejar escapar ni un momento y así revivir una vez más su cuerpo. Y así me dormí, envenenada con la mezcla del café y de su aroma, me dormí con sus huellas, sin navegar en algún sueño...

A las horas desperté, el café entre mis manos ya estaba frío, y la noche se había ido. Quise sentir su aroma, pero se había ido, se había marchado con aquella noche maldita que no quiso traicionar al tiempo. Noche. Noche infinita de éxtasis completo que se fue en mi sueño, dando paso al día perverso.

Quería un abrazo y quedarme "dormida", quería un abrazo y quedarme "dormida" en sus brazos, pero... ¡Pero no hubo tiempo para eso!.

miércoles, 15 de febrero de 2006

Gritar, gritar y salir corriendo...

Cuándo le dije a mi madre: "Me gustan las mujeres", pude notar, por el cambio en su rostro, que todo el mundo se le vino abajo. En sus ojos no salían lágrimas, no tenía ira, no tenía pena y claramente no tenía alegría. Estaba completamente "impactada". Y mi padre solo emanaba angustia. Al día siguiente decidí desaparecer. Mi madre solo quería abrazarme, y decirme: que todo iba a estar bien, que un psicólogo me podría ayudar, que era algo pasajero y bla bla bla.

Ya han pasado dos años de eso. Y el silencio es de la única forma en que se dialoga este tema. Ella piensa que yo divinamente, he salido de aquel estado. Yo pienso que ella no es muy buena pensando. Y las dos sabemos que nada ha cambiado. Quizás yo vuelque todo el problema en ella, pero el problema radica mucho más allá. Pero la vocera de la justicia familiar y religiosa en mi casa, tiene nombre de mujer.

A veces creo que siente temor de que llegue el momento en que yo toque el "famoso tema", le da pavor enfrentar la verdad, que a cada minuto se traspasa de mis ojos a sus ojos. Y por ello frente a una frase de riesgo, reacciona de la peor forma, con el fin de que yo "piense bien" si enfrento mi verdad a cambio de su ánimo, salud y otros.

Pero el silencio me mata, y a veces grito un tanto para romperlo. Pero es inútil, ni un pataleo, ni una piedra en sus gruesos cristales, la hará entender que simplemente soy así, y lo que es peor (¿para ella?) "Me gusta ser así".

viernes, 10 de febrero de 2006

Silencio, por favor.



Quería decir muchas cosas y también quería ver tus ojos perdiéndose en la oscuridad del silencio y quería oír tus palabras que retuercen los sentimientos. Pero me perdí como "El Solitario" en un mundo de tinieblas que palpita insistente a cada segundo; que se pierde tal como los pensamientos que jamás se dirán por aquellos sentidos que declaran a los demás.

Solo resonancias extrañas, roces perdidos, invadidos por signos.

¿Cuáles son mis signos?
Signos trágicos de amores que se van perdiendo en la memoria de los recuerdos.

Definitivamente callaré por salvar mi vida, no escucharé sus silencios para no morir de sed por beber sus labios, no miraré las eternidades perdidas que me daba la vida.

03/08/2005

martes, 7 de febrero de 2006

- - Manías - -

Manías vigentes de un TOC controlado.

1.- No pisar las rallas de las separaciones de las veredas.
2.- No tocar la piel de las personas que no conozco, (ósea cuando doy dinero a mendigos, compro cosas, etc.)
3.- No usar lapiceras que no tenga gomitas en la parte donde van los dedos.
4.- Revisar los seguros del auto en cada esquina que paro, cuando manejo.
5.- Dejar al menos 5 metros entre el auto que esta delante de mi cuando estamos detenidos sobre todo en la noche. (Por cualquier cosa, que tenga que arrancar de alguien, subirme a una vereda).
6.- Reclamar en un restaurante. (Muchas personas dicen que lo hago de mañosa, pero creo que es una manía).
7.- Fijarme en minas problemáticas.
8.- Usar mi desodorante y luego el de mi papá. (Por si las moscas).
9.- Hacerme sonar los huesitos de la espalda y cuello todas las mañanas.
10.- Tapar la luz del televisor, cargador de celulares y equipo, para dormir tranquila.
11.- Pasar mi mano por la cara, desde la frente hacia la pera en las mañanas.
12.- Poner cuatro dedos en el pantalón para caminar.
13.- Mover mi rodilla, estando parada, hacia la derecha y luego a la izquierda.
14.- Mirarme en algún espejo cada una hora, para asegurarme de que no tengo una ralla, ni sucio, ni un moco o cosas así.
15.- Mirar para atrás cuando camino, al menos cada 10 minutos.
16.- No usar jabon por ningún mótivo en otra casa, menos si no es liquido.
17.- Y demases.


Cinco manías de cuando TENÍA el Trastorno Obsesivo Compulsivo Crónico. (Y por chistosas las desarrollaré).


1.- Tener las manos ultra limpias para dormir.

Llegaba la hora de dormir e iba al baño. Luego de lavarlas por más de 3 min
utos, cerraba la llave con dos dedos (los que se contaminarían), y esos mis mismos dedos usaría en abrir y cerrar la puerta del baño, no sin antes apagar el interruptor de la luz con uno de los dos dedos, daba igual cual pues los dos estaban sucios. Como en esa casa el baño estaba afuera, mi labor era mas estresante. Empujaba la puerta con el brazo, y la cerraba con mis nachas (trasero, nalgas o como sea). Luego con los dedos ya usados ponía el seguro a la puerta. Luego revisaba todas las cosas de la casa (ver punto dos), y si era necesario usaba los dos ya desgastados dedos. Finalmente entraba a mi pieza y ponía el seguro con los dos dedos y apagaba la luz. Ya una vez que todo estaba a oscuras, limpiaba esos dos dedos en mi ropa, para descontaminarlos y si mi manía estaba descontrolada, me veía en la necesidad de tirar un escupito de mi boca minuciosamente lavada, en los dos dedos y luego pasarlos por mi ropa, para que quedaran completamente desinfectados, (cómo si salivara cloro. pfffffff!!!!!!).

2.- Verificar la seguridad de mi casa.

De solo saber que tengo que escribir el desarrollo y explicación de este punto, entro en colapso nervioso. Ya es típico que muchas personas adopten la manía de revisar el gas, calefón, puertas y otros, cuando salen de sus casas. Pero en mi caso todo era diferente, antes de irme al liceo, revisaba el calefón (dos veces), luego revisaba el ventanal de mi dormitorio que daba al patio (dos veces), luego cerraba la puerta de la cocina (dos veces), revisaba el gas de la cocina y no contenta con mirar que el interruptor mostraba que estaba apagado, yo iba con los mismo dos dedos del punto anterior y calmaba mi obsesión con una compulsión (dos veces); entraba a mi pieza y revisaba el ventanal por dentro, sí, el mismo que ya había revisado por el patio (dos veces); luego en la pieza de mis padres revisaba las ventanas que daban a la calle (dos veces) y que la plancha estuviera desenchufada (dos veces) en este proceso despertaba a mi papa cuando entraba a trabajar mas tarde; luego salía de mi casa, y en la puerta de calle abría mi mochila y revisaba llaves, cuadernos, lápices, dinero, celular, pase escolar y otros (dos veces); cerraba la puerta y ponía una llave, luego la sacaba, y luego ponía dos llaves las sacaba y finalmente le ponía doble lave, sacaba la llave y empujaba la puerta por si en un extremado caso había hecho mi ritual sin estar la puerta realmente cerrada, (eso era lo más tonto); me iba al paradero pensando en si me había preocupado de todo si no quedaba completamente segura, y mi papá no estaba en casa, me devolvía del paradero, de lo contrario una cuadra antes del liceo llamaba a mi padre para que revisara el calefón, gas, plancha. Como supondrán llegaba atrasada al liceo.

3.- Ducharme dos veces en una.

Cuando me metía a la ducha, menos de 1 hora no me demoraba. El ritual era el siguiente: En primer lugar, me lavaba el pelo y lo enjuagaba, porque ¿de qué servía enjabonarse el cuerpo, si el shampoo sucio del cabello caía a éste? Luego, me enjabonaba mi hermoso cuerpo, y lo enjuagaba. Pero como mis cabellos ya limpios, habían tocado mi cuello que estaba sucio, tenía que lavar el pelo otra vez y como caía shampoo sucio a mi cuerpo tenia que enjabonar y enjuagar otra vez mi cuerpo.

4.- El elástico.

Siempre pe
nsaba que entre yo y mi mamá, o la persona que me acompañaba, había un elástico que nos unía. Era latoso pero sin duda indispensable, para mi tranquilidad, no romper este elástico, o sea evitar que alguien pasara entre mi acompañante y yo. O que aquella persona esquivara un poste, un letrero, un auto o lo que sea y yo quedara del otro lado, muchas veces tuve que devolverme para pasar por el mismo lugar que la persona, y así no romper el famoso elástico. Era agotador, pero necesario.

5.- La oreja mas limpia del mundo con hongos.

Mi grado de limpieza eran tan extremo, que ya los cotonitos no me servían. Porque si el cerumen que cae a la oreja, tenía un claro conducto, yo debía limpiar todo ese conducto. A tal grado que ya mis orejas dolían al limpiar, luego de años del mismo show empezó la picazón, y yo déle que déle con limpiarme las orejas. Porque tenia la tonta idea de que si picaba era porque estaba sucia. Pero el otorrino me dijo lo contrario. El cerumen es un ácido que evita que salgan hongos producidos por la humedad y me dijo, que por maniática no debía limpiar las orejillas nunca mas en la vida, me recetó unas gotitas que me ardieron hasta el "contre" ósea, mucho.